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El futuro de la Eurorregión depende de las ciudades del Eixo Atlántico

El futuro de la Eurorregión depende de las ciudades del Eixo Atlántico

Artículo de Opinión de José Luis Méndez Romeu, analista político, ex conselleiro y ex secretario de Estado de Cooperación Territorial

La Historia y la Geografía explican la singularidad de las tierras del Noroeste ibérico cuyo límite es el río Duero, divididas administrativamente durante la romanización en tres Conventus: Lucensis, Bracarenses y Asturicenses, luego unificados durante el Reino Suevo cuya capital era Braga. Los avatares posteriores dieron lugar a procesos de absorción, primero por el Reino Visigodo y luego por la invasión musulmana. Durante el proceso de recuperación del territorio, el Condado Portucalense y el Reino de Galicia darían paso más tarde a la actual configuración de dos Estados.

A ese territorio de personalidad afirmada históricamente, hoy lo denominamos Eurorregión, un término que hace referencia a la cooperación transfronteriza que se materializa en instituciones y marcos de actuación, siendo poco conocido por los ciudadanos. Éstos, sin embargo, conocen perfectamente el marco geográfico y los lazos históricamente formados entre Comunidades separadas por límites políticos pero unidas por vínculos lingüísticos, culturales y comerciales.

El reconocimiento por la Unión Europea de la importancia de las redes de ciudades para la construcción europea dio lugar a la creación hace treinta años del Eixo Atlántico, que agrupa a todas las ciudades del territorio de la Eurorregión. Desde entonces una copiosa producción de documentos estratégicos, de reflexión y operativos ha dado soporte a una incesante actividad de participación en convocatorias de programas europeos, de  internacionalización y de visibilidad.

En el ámbito que comentamos, algunas ciudades gozan de una proyección propia muy relevante, como Porto, Vigo, Braga o Santiago, cada una de ellas referente en distintas áreas de actividad empresarial, institucional, universitaria o cultural. De ellas principalmente pero también de otras ciudades del territorio cabe esperar un mayor liderazgo sobre el propio espacio de la Eurorregión pero también sobre el de las regiones limítrofes, tendiendo hacia la Macrorregión europea. Hemos citado ciudades capaces de articular redes, de transferir conocimiento, de divulgar buenas prácticas, de actuar como tractoras de las demás, en un proceso orientado a poner en valor el conjunto del territorio ante las instituciones y la opinión pública comunitarias.

En especial debemos subrayar el papel de Porto, la gran metrópolis de la Eurorregión, que aúna un gran peso económico, la excelencia universitaria y cultural, el vasto patrimonio monumental, un puerto principal y el hub aeroportuario. Cualidades que en la mitad occidental de la Península Ibérica no reúne ninguna otra ciudad, excepción hecha de las respectivas capitales estatales.

Como Eurorregión estamos en la periferia comunitaria, muy lejos del centro político y sobre todo del centro económico, lo que nos obliga a un esfuerzo suplementario de creación de valor y de comunicación para lograr visibilidad. El Eixo Atlántico como estructura que acoge a todas las ciudades, brinda soporte teórico, documental y técnico en las acciones antes citadas. En paralelo, las principales ciudades deben liderar iniciativas, crear alianzas y partenariados, ganar masa crítica y hacerlo a partir de sus respectivas fortalezas. La suma de sus iniciativas y la eficaz coordinación hacia el exterior permitirán la creación de una imagen de calidad y de singularidad.

El importante flujo de recursos financieros comunitarios conocido como Next Generation y las prioridades acordadas para su reparto son oportunidades ante las que no estamos mal posicionados. Más que nunca dependerá de la capacidad de las ciudades, de su liderazgo político, utilizarlos como palanca para ganar competitividad, empleo y riqueza. Como dependerá de la alianza entre las ciudades el futuro de la Eurorregión.