Las tres rutas que atraviesan el país suponen un importante motor para el sector turístico y recuperan una costumbre aletargada desde la Edad Media
No muy lejos del templo de Santiago, en la gótica ciudad polaca de Torum, grabada en una pared e impresa sobre un fondo azul hay una concha de vieira amarilla impresa. Es una de las marcas que indican la ruta a Santiago.
El Camino polaco, una vía abierta en el 2007 que avanza desde Ogrodniki a Slubice; la Cátedra del Camino de Santiago de la Universidad Nicolás Copérnico de Torum, inaugurada en el 2011 con la publicación Camino, no solo el Camino; la ruta Regia que partía de Kiev, o la Báltica, son algunas de las muestras que promueven ahora en Polonia una tradición que se remonta ya a la Edad Media.
Dentro de esa promoción del Camino como un vehículo de desarrollo económico de toda la región por la que atraviesa, acaba de publicarse también una guía del Camino Polaco. El libro, el único hasta el momento que detalla los lugares por los que discurre la ruta. El Camino, pese a la gran tradición mariana de los polacos, va adquiriendo así, gran popularidad.
Todo ello ha ido promoviendo la organización de actividades en diferentes puntos de la región que tratan de dar a conocer la historia del Camino. Ejemplo de ello son los conciertos que habrá en verano en el centro Chopin, o la primera fiesta del Camino Polaco.