
En un mundo cada vez más globalizado y apoyado en los sistemas de comunicaciones para las entidades colectivas y para la mayoría de las personas, el coste soportado con el roaming es una verdadera barrera económica que urge combatir.
Sobre todo en el plano Europeo - en donde nos podemos enorgullecer de una profunda integración de los mercados y de una sustancial libertad de circulación de los ciudadanos para fines turísticos o profesionales -, la existencia del roaming es casi la constatación de una última frontera en la Unión Europea, que, en coherencia, debe también ser eliminada.
Las ventajas para todos con excepción de las operadoras de telecomunicaciones son evidentes: dejar de pagar por recibir llamadas en el extranjero, integrar las llamadas efectuadas en tarifas contratadas en el país de origen o, como es casi obligatorio en las actuales circunstancias, no tener que desconectar la conexión de datos cuando se entra en otro país debido al exagerado e injustificado coste de navegación en itinerancia.
Más allá de eso, la eliminación traería un enorme beneficio para las poblaciones de frontera, traducido en el hecho de que dejarían de ser invadidas por la(s) red(s) del país vecino, con las consecuencias involuntarias e indeseadas que se reflejan en la factura mensual por una tarifa de roaming que no es realizado conscientemente.
Esta es, de hecho, una situación que cualquiera de nosotros puede comprobar con facilidad al desplazarse en coche a España y hacer uso de las redes nacionales en los primeros kms, aunque después también se mantiene el acceso a través de redes extranjeras en el regreso, ya dentro de Portugal.
La verdad es que este es un tema que nunca dejó indiferente a la Comisión Europea. Desde 2007, cuando se determinó la primera 'euro-tarifa', hasta 2013, con la propuesta para un 'Continente Conectado', fueron múltiples las iniciativas tendentes a la supresión del roaming en el espacio Europeo.
De hecho, el propio Parlamento Europeo aprobó en Abril de 2014 la propuesta de la Comisión Europea para la eliminación del roaming en Europa hasta Diciembre del 2015.
Sin embargo, en Abril de este año, los Estados-miembros inviabilizaron esta propuesta en el Consejo Europeo y avanzaron con un conjunto de medidas que reducen substancialmente la ganancia potencial y que difieren en el tiempo a la hora de concretarlo.
Ahora, en un contexto en que tanto se invoca el distanciamento entre Europa y los ciudadanos, esta es también una oportunidad clara para que los europeos expresen de forma inequívoca su voluntad.
De ahí la iniciativa cívica promovida conjuntamente por el Eixo Atlántico, la RIET y las organizaciones en defensa de los consumidores, DECO (Portugal) y OCU (España), que consiste en promover por toda Europa firmas digitales de apoyo a la resolución aprobada por el Parlamento Europeo. Estas firmas son recogidas de una manera muy simple en la plataforma change.org a través del link www.change.org/zeroroaming.
Algunos países, descontentos con esta decisión, resolvieron bilateralmente el problema, como es el caso de Bélgica y de Luxemburgo, que determinaron eliminar el roaming entre ambos países en un acuerdo histórico. Quien sabe si éste podría ser un ejemplo a seguir por los Gobiernos de Portugal y España, con los beneficios obvios para los ciudadanos de la Península Ibérica.
Yo ya firmé. Y tú?
Ricardo Río
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